26 nov 2014

Satori Valizas, permanencia en el cambio


Desempolvar el Satori dejó de ser trabajoso desde que la casa asumió su propia personalidad e invita a quedarse y permanecer.  Un invierno de taller, de retiros, de recibir amigos, ser nido y trampolín de viajeros que a su paso hicieron escala antes de continuar su viaje.

Satori es luz y permanente cambio, con un rincón para cada momento, recibir la mañana en la cocina es un clásico. ¿Cómo no bajar cuando el pan de Jimena te llama? Cuando la cafetera italiana perfuma la madera y los colores se cuelan entre los resplandores de mar.

El hospedaje incluye desayuno, entre las 8:30 y las 10:30 se puede bajar a buscar tostadas, con miel o mermelada.

El Satori emerge tras el médano que antecede a la duna, pasados los primeros mates, tomamos coraje y emprendemos el viaje hacia el mar.  Que ruidoso es el mar…
La casa lleva nueve años hospedando visitantes y acogiendo actividades recreativas, artísticas, expresivas y por qué no, curativas. En él se pueden quedar diez personas distribuidas en tres dormitorios.  Uno matrimonial, uno doble y un tercero compartido.
Satori es comprensión, y esto se refleja en los cuidados. Con los años la casa se acomoda, cada temporada algo nuevo nos invita a estar mejor.  La luz se alimenta con paneles solares, amigable con el medio ambiente la noche se puede vivir con una iluminación tibia donde los viajeros convergen, entre los espacios y los puntos en común.

Punto de encuentro de fotógrafos, escritores, escultores, cocineros, aventureros y de más espíritus curiosos que han construido una rutina que dota de vida, que fluye y se intuye y que curiosamente, se repite y vuelve.

Cuando atendido por sus propios dueños no es slogan, es posible de encontrar un refugio, un hogar, un rincón difícil de abandonar. 

El respeto es un menú que se sirve a toda hora,  alineado tras la diversidad que integra y va dejando su rastro. Porque cada visita es un aporte y con el tiempo Satori es biblioteca de libros compartidos, son las pinturas que van quedando, las imágenes de los amigos, las esculturas que habitan los rincones, las canciones que resuenan en el aire.

Zen el labrador que nació con la casa y Fresia la gata cazadora, son los reyes de la “Zona de encalle”, como dieron en llamar al deck que da al fondo. El deck auspicia de sombrilla, gancho de hamacas, rincón de sillones blancos, vista al bañado y donde las mascotas de la casa esperan los mimos que nunca han de faltar.

Valizas despide un noviembre de sol, augurio de bella temporada, entre martillazos, pobladores que pintan carteles, flores amarillas, casas que se abren, pescadores que tocan tierra, el pueblo se vuelve a levantar.

Escrito por: Valentina Viettro

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